jueves, 30 de septiembre de 2010

Señora de Ka-Shing

Conforme pasan los años más me doy cuenta de que no me parezco mucho a la mujer que quise llegar a ser en la adolescencia.
Fui moderna al no casarme con el primer novio de los 16, sobre todo porque a esa edad yo era la bicho raro que no tenía novio; mucho más exquisita al empeñarme en aprender italiano y no reconocer ni en la más absoluta intimidad que mi verdadera intención fue el alemán y no pude con él. Me reconocí toda una bohemia al no aceptar el trabajo que me ofrecieron en TVE porque quería viajar por todo el mundo a lomos de una productora bastante mediocre y perdí la oportunidad de mi vida porque a las que cogieron tras mi negativa viajan más y mucho mejor de lo que yo nunca podré. Me enrollé con todos los chicos malos de mi alrededor pero me casé con el perrito más pachón de mis conocidos; evidentemente aquello duró menos de 3 años y el dócil can terminó siendo todo un sabueso que se embolsó por la patilla 36.000 € y un coche nuevo; todo con tal de que desapareciera para siempre jamás. Aún hoy temo que llame a mi puerta. Defendí hasta la saciedad la feminidad sin maternidad y hoy no sólo cambio pañales, también me retraso en mis depilaciones.

Lógico por tanto que esta mañana al leer en la prensa la lista de las personalidades billonarias realizadas por la revista Forbes, haya deseado con todas mis fuerzas conocer a Li Ka-shing. Me ha encantado este tipo. Con esa cara de amebita que tiene, esos ojitos tan juntos y achinados, esos cuatro pelitos perfectamente teñidos para ocultar las canas que seguro tiene... A pesar de su edad quiere parecer más joven; yo le puedo hacer sentirse mucho más joven...Seguro que le gusto. Seguro que puedo convencerlo con mis 175 centímetros, curvas de botella de coca-cola, cara de antigua dama del celuloide, una carrera universitaria y este pequeño e ínfimo glamour que da el que te reconozcan las cajeras de supermercado porque te ven todas las tardes en un programita de televisión.

Total, me levanto todos los días a las 7'30 para ducharme, pintarme, hacer el desayuno de MiMoco, levantarlo, vestirlo, llevarlo a la guardería, irme a trabajar, fichar a las 9'30 y terminar rondando las 19'30 h después de haber estado obligado a ser monísima, estupenda, hablar perfectamente y haber hecho el súper reportaje del día (por mucho que fuera sobre el precio de las mandarinas); regresar, bañarlo, darle de cenar, acostarlo, hacer nuestra cena (MiMoco tiene padre, no sé por cuánto tiempo estaremos juntos, pero hoy por hoy sus cenas también me competen); tirarme en el sofá, embrutecerme con lo que me echen y tratar de no quedarme dormida allí porque me repatea. Lo de follar es todo un triunfo, para el padre y para mí; en estos momentos admitiría hasta que, a pesar de no haber llegado a los 50, me cambiara por dos de 25... Todo este trajín por un mísero sueldo del que vivimos los 3; aún no lo he contado pero sí, forma parte de esa lista de parados que no deja de aumentar.

Así que creo que podría ser perfectamente la Señora de Ka-Shing.

Que ya gestiono yo con Mi Canalla como hacemos para seguir viéndonos y disfrutar, porque entonces sólo nos veríamos para pasárnoslo de miedo, con esos 21 billones de dólares que tiene la amebita hongkonesa...

Qué fácil es reírse con esa carita de no haber roto un plato cuando se duerme con esa pasta en el banco... ¡Y yo quería ser moderna!

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